Liderazgo y fortaleza mental

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Ser fuerte mentalmente no significa en ningún caso ser insensible a los impactos emocionales negativos ante el fracaso o tampoco carecer de empatía para entender los procesos emocionales por los cuales deberá atravesar su equipo ante dicho fracaso.

Es claro que todos entendemos que el liderazgo se puede ejercer de varias maneras, dependiendo de la inteligencia emocional que dicho líder evidencie, al contar con habilidades o rasgos de la personalidad, más o menos desarrollados según sean sus experiencias, conocimientos, entrenamiento y capacidad de toma de decisiones.

Así las cosas, un líder debe saber conducir a su equipo, persuadirlos y también lograr despertar en ellos el convencimiento de alcanzar un objetivo determinado, hecho que pondrá a prueba las capacidades de todo el equipo, incluyéndolo a él en el cumplimiento de dicho objetivo.

Sin embargo, puede haber ocasiones en que la tarea, misión u objetivo no sean logrados en su totalidad o bien derechamente no se alcance, generando una serie de emociones a nivel individual y también colectivo que pueden jugar en contra de la cohesión necesaria del equipo para continuar en la consecución del objetivo planteado, siendo las más recurrentes la frustración, enojo y tristeza, entre otras, lo cual sin duda generará dificultades en las relaciones interpersonales, afectando significativamente la eficiencia y eficacia en el desempeño actual y futuro de ese equipo de trabajo.

Entonces, es factible preguntarse, ¿qué habilidades puede desarrollar un líder para enfrentar un escenario adverso en el logro de un objetivo?

Sin duda, pueden existir muchas habilidades que un líder puede entrenar y generar para minimizar los impactos negativos de no alcanzar las metas planteadas. Sin embargo, existe una de ellas que es transversal a todas; la fortaleza mental.

Según Charan (2018), existen seis rasgos de la personalidad que pueden influir positivamente en sus subordinados. Estos son: ambición, manejo y tenacidad, confianza, apertura sicológica, realismo y apetito por el aprendizaje.

De lo señalado, hay tres rasgos relevantes a la hora de pensar en la fortaleza mental:

La ambición, desde el punto de vista positivo, debiera impulsar al líder y su equipo a superar sus propios límites, persiguiendo objetivos que pudieran parecer inalcanzables, pero con una visión clara de lo que él pretende lograr y transmitida en ese mismo tenor al resto.

La tenacidad tiene que ver con la persistencia en la búsqueda del logro del objetivo, pero teniendo plena conciencia de las capacidades y debilidades de su equipo, de tal manera que, potenciando las primeras en lo individual y minimizando las segundas en lo colectivo, pueda lograrse la sinergia requerida para la consecución de la tarea, evitando la inmovilidad y la incertidumbre por la falta de aquella.

La confianza tanto personal como colectiva manifiesta que el líder, en primer término, confía en sus propias capacidades, aunque por de pronto pueda cometer errores, pero que en ningún caso merma su capacidad para tomar decisiones; en segundo lugar, confía en su equipo y en la capacidad de éste para la consecución de los objetivos, el cual, cuando existe confianza recíproca, es capaz de trabajar con un alto sentido de “trabajo en equipo”, normalmente de manera voluntaria y de forma eficiente. En síntesis, existe un propósito común, mucha iniciativa y creatividad y, no menos importante, una comunicación muy fluida y efectiva.

Por supuesto, el líder, siendo parte de ese trabajo en equipo, debe ser capaz de irradiar estos rasgos, ya que son parte relevante de la necesaria fortaleza mental con que debe contar a la hora de dirigir su equipo. Pero ser fuerte mentalmente no significa en ningún caso ser insensible a los impactos emocionales negativos ante el fracaso o tampoco carecer de empatía para entender los procesos emocionales por los cuales deberá atravesar su equipo ante dicho fracaso.

La fortaleza mental es una habilidad entrenable y puede variar en distintas circunstancias de la vida profesional o privada. Las experiencias y sucesos que se enfrentan a lo largo de nuestra existencia en cualquiera de sus ámbitos son aquellas que van forjando las micro-habilidades que constituyen la fuerza mental, existiendo algunas que se pueden desarrollar aún más y otras que incluso vayan disminuyendo con el paso del tiempo.

Mucho del cimiento de la fortaleza mental está construido sobre la base de las experiencias límites que puede enfrentar una persona, tales como la muerte de seres queridos, accidentes, situaciones de estrés emocional o laboral, etc. Lo anterior va conformando otro aspecto muy relevante a la hora de desarrollar la fuerza mental, siendo ésta la resiliencia, entendiéndola como la capacidad que posee una persona para recuperarse de las circunstancias difíciles que enfrenta en la vida. En este contexto, un líder mentalmente fuerte debe tener la capacidad de enfrentar la adversidad sin dejarse abatir por las complejidades de ésta, plantear desafíos a su equipo, influir positivamente en ellos y generar una alta moral al interior de la organización, irradiando confianza, manteniendo su tenacidad y ambición como propósito.

En síntesis, la fortaleza mental de un líder define su capacidad para sobreponerse a las dificultades y situaciones imprevistas, manteniendo su habilidad para conectarse emocionalmente con su equipo a través de la aplicación de la empatía, sin dejar de ser exigente. Esta habilidad exige mantener la compostura en situaciones límites, incluso desesperadas, con la finalidad de tomar las mejores y razonadas decisiones posibles, por difíciles que parezcan, lo cual no significa dejar de ser enérgico si es que la situación así lo amerita.

Conceptos tales como la resiliencia, la inteligencia emocional y la capacidad de enfrentar y resolver desafíos complejos son características esenciales de la fortaleza mental, la cual, al ser ejercida por el líder en forma eficaz, auguran un buen liderazgo, en un ambiente de certezas, confianza y pensamiento crítico, y donde el éxito en el cumplimiento de la tarea se constituya más en una normalidad que en una rareza.

Equipo Azimut 12

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