El riesgo de no arriesgarse
“Arriesgarse implica superar el temor y disminuir la intensidad emocional para poder procesar la información de manera más adecuada".
Asumir riesgos y tomar decisiones son acciones que realizamos todos los días, en contextos de pequeño y gran impacto, tanto en nuestra vida personal como profesional.
Parece fácil, ¿no?; sin embargo, en ocasiones puede ser complejo, ya que el riesgo suele estar asociado al miedo, emoción que se asocia a la pérdida de algo o alguien: salir de la zona de confort, que las expectativas no se cumplan, fracasar, perder estatus, perder a una pareja, etc… El miedo es una emoción básica que se encuentra, anatómica y fisiológicamente ubicada en nuestro cerebro, específicamente en una estructura denominada amígdala cerebral, la que forma parte del sistema límbico, encargado de procesar nuestras emociones.[1]
La amígdala nos activa para huir, escapar de lo que nuestro cerebro interpreta como peligro; la amígdala es necesaria para responder de un modo estereotipado y universal a los estímulos que engendran o señalan peligro, siendo su finalidad la de preparar al organismo de forma rápida para entrar en acción, sin necesidad de que éste deba realizar un procesamiento cognitivo complejo (Paradiso et al., 1999)[2].
Por otra parte, la corteza prefrontal pondrá esta información sensorial “potencialmente peligrosa” en contexto y mediará con la amígdala para que nuestra conducta sea adaptativa. La corteza prefrontal, que es la que nos permite ser racionales para tomar decisiones, está relacionada con la integración y procesamiento de la información sensorial (Harris y MrsicFlogel, 2013), regulando los estímulos sensoriales y emotivos para generar respuestas fisiológicas y conductuales en interacción con otras estructuras cerebrales[3] y asumir, como decimos en el mundo militar, riesgos prudentes. Arriesgarse implica superar el temor y disminuir la intensidad emocional para poder procesar la información de manera más adecuada.
Existen dos sistemas, uno apetitivo (asociado a la corteza prefrontal) y uno aversivo (asociado a la amígdala), que interactúan y nos permiten tomar una decisión.
Así, el cerebro procesa la información de manera diferente dependiendo de si tiene que ver con posibilidades de ganar, o de si está más relacionada con las pérdidas. Esto hace que ambos procesos puedan ser diferentes en cuanto a sus implicaciones emocionales.
Cuando estamos ante una elección en la que podemos perder, se desactiva el sistema apetitivo (a menos que se considere que lo que se puede ganar sea un incentivo suficiente como para arriesgarse) y a la vez se activa el sistema aversivo. Ello haría que a nivel cognitivo y conductual exista reticencia a perder.[4]
Por otra parte, sabemos que lo biológico y el ambiente interactúan para influir en nuestra conducta. El contexto en que nos desenvolvemos es relevante en cuanto a asumir riesgos. Los ambientes estables nos hacen menos reactivos, facilitando la toma de decisiones racionales y un adecuado procesamiento de las emociones. Sin embargo, los entornos estables se contraponen con lo que algunos autores definen como un ambiente global VUCA (por su sigla en inglés para los conceptos de volátil, incierto, complejo y ambiguo)[5] y que puede afectar nuestra capacidad de asumir riesgos, ya que desconocemos lo que puede ocurrir más adelante. La incertidumbre es algo permanente en nuestras vidas.
Ahora bien, este ambiente puede ser una oportunidad de crecimiento, no solo para nosotros como personas sino también como integrantes de equipos de trabajo y organizaciones. Que lo transformemos en una situación ventajosa va a depender de nuestra habilidad para gestionar emoción y razón.
¿Es posible desarrollar esta capacidad?, por supuesto que sí. Como dice el dicho popular, “ni tan cerca que te queme, ni tan lejos que te congele”; es decir, un poco de miedo nos puede movilizar a asumir riesgos, pero mucho miedo nos puede paralizar, llegando incluso a afectar nuestros mecanismos cerebrales, la dinámica equilibrada entre amígdala y corteza prefrontal.
Una de las estrategias para lograrlo, tal como plantea Judson Brewer[6], es antes que todo, tomar conciencia y dejar nuestra mente racional en suspenso para activar el “modo observación” para que podamos tomar o retomar control sobre nuestro cerebro. Para tomar conciencia debemos conocernos, porque el riesgo afecta de manera diferente a todas las personas, por lo tanto las acciones para asumir riesgos son diferentes. El proceso de planificación militar considera “determinar la posibilidad más peligrosa”. Esto permite prever sus alcances y sobre todo tomar decisiones ante un escenario de esas características. Entonces, la recomendación es preguntarse: ¿qué es lo peor que podría pasar si corro este riesgo y fracaso…?; seguro será menos grave de lo que parece.
Otra estrategia relevante para minimizar los riesgos en cualquier actividad es el entrenamiento (tanto en lo individual como en los equipos), necesario para enfrentar distintos escenarios de riesgo.
A modo de ejemplo y en el plano militar, una de las actividades que contribuye a minimizar los riesgos ante escenarios VUCA, es justamente el entrenamiento de las "técnicas de combate" y en el nivel de equipos más complejos los "procedimientos de combate". Ambas actividades buscan repetir y repetir, una y otra vez, la forma en que se actuará en caso de tener que enfrentar distintos escenarios de combate con alta incertidumbre y que involucra tomar decisiones complejas en forma rápida y lo más acertadas posible, manteniendo una conciencia situacional elevada.
En el área aeronáutica, a los pilotos y tripulaciones en general de cualquier organización (pública o privada), una de las actividades más importantes para reducir los riesgos operacionales, es el entrenamiento (especialmente de las llamadas "emergencias") al que son sometidos rigurosa y constantemente, de tal manera que ante el surgimiento de algún riesgo (entiéndase riesgo como un suceso que ponga en peligro la seguridad de vuelo), dichos pilotos y tripulaciones estén los más preparados posibles (casi autómatas) para enfrentarlo, sin dejar de lado la necesaria racionalidad para analizar en un breve lapso la situación y poder tomar decisiones acertadas.
Finalmente, otra estrategia que sugerimos es tratar de salir permanentemente de su zona de confort y asumir riesgos prudentes (de acuerdo a sus habilidades y el contexto que enfrenta).
¿Te atreves a asumir riesgos? En Azimut 12 estamos para acompañarte en este proceso de cambio… ¡bienvenido!
Equipo AZIMUT 12
[1] Barbabosa R.; Gómez E. El miedo, la amígdala cerebral y corteza prefrontal. Julio 2020. (En línea) (citado 4 julio 2024). Disponible en https://www.researchgate.net/publication/342702652.
[2] Sánchez-Navarro JP. y Román F. Amígdala, corteza prefrontal y especialización hemisférica en la experiencia y expresión emocional.2004. En Anales de Psicología 2004, vol. 20, No 2 (diciembre), 223-240. (En línea) (citado 5 de julio 2024). Disponible en Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia (España) ISSN edición impresa: 0212-9728. ISSN edición web (www.um.es/analesps): 1695-2294.
[3] Gordillo León, F. El cerebro estresado y su implicación en el comportamiento desadaptativo durante la pandemia por COVID-19, 2023. En Análisis y Modificación de Conducta, Vol. 49, No 180, 69-81, ISSN: 0211-7339. (En línea) (citado 4 de julio 2024). Disponible en http://dx.doi.org/10.33776/amc.v49i180.7591.
[4] Molins F, M.A., Serrano. Bases neurales de la aversión a las pérdidas en contextos económicos: revisión sistemática según las directrices PRISMA Fecha de publicación del artículo 16/01/2019. En REV NEUROL 2019; 68:47-58 PMID: 30638254DOI. (en línea) (citado 12 de julio 2024). Disponible en https://doi.org/10.33588/rn.6802.2018276OPEN ACCESS Volumen 68 | Número 02.
[5] In “Developing Strategic Leadership: The US Army War College Experience”. Herbert F. Barber described the 1991 Conference as defining strategic leadership within a “volatile, uncertain, complex and ambiguous global environment…” (p. 8). Additionally, Prof. Barber stated that the War College derived these ideas from the writings of Bennis and Namus and cited the book: Leaders: The Strategies for Taking Charge. Disponible en https://usawc.libanswers.com/faq/84869.
[6] Brewer J. 2022 Deshacer la ansiedad. Ed. Paidós p. 126.