El Poder
Antonio Valdés
Siempre el poder ha sido un objeto de deseo y a la vez de estudio. El poder a través de la historia de la humanidad ha sido como el ying y el yang, algunas veces muy positivo y otras muy negativo.
Hay una certeza respecto al poder. Este tiene etapas, desde el punto de vista de quien lo ostenta. Primero, lo observa con desconfianza y lo considera una buena característica de un líder o jefe de una organización.
No obstante, lo anterior, cuando lo comienza a utilizar, puede derivar en dos comportamientos: El primero en poder utilizar este poder en el bien común y poder lograr metas positivas. El otro comportamiento es descubrir que puedo utilizar el poder sólo en mi conveniencia, utilizando los medios (¿suena similar a un pensador del renacimiento?) para los fines que necesito lograr, sin importar si quedan heridos o muertos en este logro.
Esta etapa la llamo el poder enceguecedor, es decir, es tanto el poder que voy logrando que ya no veo los objetivos nobles con los que partí. El poder va absorbiendo a este ser (noble en un principio), pero ya en esta etapa, lo puedo revertir y volver al inicio o, si no, traspaso el umbral y ya no vuelve si no es debido a una acción coercitiva (derrocamiento, término de contrato, despido, rompimiento de relaciones, etc.). Lo que en algún momento fue clave, mis colaboradores, mis ideales, etc…, se van convirtiendo en excusas para el siguiente paso, el abuso del poder.
Como dijo por ahí un gobernante latino, el poder es sensual… El poder va horadando a este ser noble que comenzó con nobles ideales. Ya no escucha a nadie. Sólo se escucha a él o algún sirviente o colaborador que le fomenta ese uso del poder. Si alguien leyó un cuento famoso de niños “Las nuevas ropas del emperador”, es un claro ejemplo de lo que pasa por los colaboradores de este poderoso. Imposible criticarlo o aconsejarlo, porque es descabezado. ¿Qué queda?, morir decapitado o seguir adorando a este poderoso, que en algún momento va a caer.
¿Qué dice la historia? ¿Qué sigue a continuación?, lamentablemente, el poder mal utilizado corrompe, y los miles de años nos dicen lo mismo: el poderoso pasa a la etapa de emperador o líder supremo, empieza a normalizar lo incorrecto a correcto, algunas veces en un símbolo económico, con apropiación indebida de fondos o de corromper instituciones, organizaciones o personas.
Lo único que queda es esperar; esa espera puede ser casi eterna, mientras ese poderoso no mejora las cosas sino las empeora, ya que como dijimos al principio está cegado, no escucha a nadie, hace lo que quiere y a los pocos que le pueden decir algo, no los escucha; en resumen, empeora todo.
¿Cuándo termina esto? Cuando cae en forma abismal, herida, ya a punto de la muerte, con la destitución, derrocamiento, término de mandato, desvinculación etc. del puesto que ostentaba y que lamentablemente durante ese periodo fue formando a otros sedientos de poder que en algún futuro seguirán los mismos pasos… Y lo peor de todo es que lo que propuso, ideó, trabajó e impuso… se borra con el codo y desaparece completamente en el olvido…